Las terapias mejoran la calidad de vida de infantes con Síndrome de Down

Quito, 26 de marzo de 2022.
Una vez por semana, la rutina de Lucía Aleaga, una profesional en carpintería de 38 años, cambia. Antes de las 08:00, arregla a su hijo Duval, de 2 años, desayunan y acuden al Centro Especializado en Rehabilitación Integral (CERI), de Conocoto. En este establecimiento público, el pequeño, quien tiene Síndrome de Down, realiza terapias físicas, de movimiento y de lenguaje.

Estas actividades son importantes para desarrollar las habilidades de un niño con Síndrome de Down. Los beneficios son amplios, entre ellos, fortalecer el área motora, aumentar la fuerza muscular, mejorar la postura, el equilibrio, la deglución y el habla. Además, ayuda a que el infante sea independiente. Lo explica la pediatra Ana María Padilla.

Ella se encarga de atender a los niños y niñas con esta condición. Posteriormente, los remite a los especialistas en otorrinolaringología, traumatología, fisiatría para que tengan una atención integral. “El objetivo es que los infantes accedan a terapia de forma temprana; así tendrán mejores resultados en su movilidad, motricidad y lenguaje”, resalta la especialista.

Duval, por ejemplo, ha tenido resultados positivos. Él puede sentarse solo y tomar objetos con sus manos, como la cuchara o los juguetes. Patricia Mejía, terapeuta ocupacional, le ayuda en este proceso. Ella coloca sus manos sobre las del pequeño para que su motricidad fina y gruesa se fortalezca. Además, le enseña a cómo masticar adecuadamente. El objetivo -dice la profesional- es que sea independiente.

Durante ese día, el niño también realiza hipoterapia. Se trata de una técnica en donde los niños con Síndrome de Down pueden desarrollar su nivel neuromuscular, psicológico, cognitivo y social, por medio del caballo.

“Estas terapias son maravillosas, porque ayudan a mi hijo a que desarrolle sus capacidades y, en un futuro, sea independiente”, cuenta Lucía.

En el área de hipoterapia del CERI hay tres caballos que están adiestrados para realizar la actividad con los niños y niñas con esta y otras condiciones. Los pequeños se suben al animal. Al principio, la marcha es lenta, es decir, solo caminan. Luego, sube la intensidad hasta llegar al trote. Adicionalmente, el niño topa con sus manos al caballo.

Zoe, de 1 año y siete meses, es otra de las usuarias. La niña también tiene Síndrome de Down, por lo que cada semana acude al centro para sus terapias. Su madre Mayra Armas, de 45 años, está feliz debido a que su hija ha tenido grandes adelantos. Por ejemplo, la niña se sienta sola; gateó y ahora está caminando sin complicaciones.

“Al principio fue una noticia fuerte. Sin embargo, toda la familia nos apoyamos para sacar adelante a Zoe. Para mí es una niña sin ninguna condición física ni mental. Es una más de mis hijas”.

Mayra además cuenta que la pequeña ya pronuncia algunas palabras, como mamá, papá, ‘ñaña’, agua y sopa. Eso -confiesa- le llena de emoción, ya que avizora un futuro lleno de amor. “Amo a Zoe y ella será lo que quiera ser, ya que crecerá en un hogar con mucho respeto”.

La Asamblea General de las Naciones Unidas designó el 21 de marzo como Día Mundial del Síndrome de Down. El objetivo de este día es generar conciencia sobre la importancia de promover el respeto, la autonomía y la independencia de las personas con esta condición.

¿Qué es el Síndrome de Down?

Según información de las Naciones Unidas, el síndrome de Down es una alteración genética causada por la existencia de material genético extra en el cromosoma 21. Se traduce en discapacidad intelectual. La incidencia estimada se sitúa entre una de cada 1.000 y una de cada 1.100 recién nacidos, en el mundo. Los datos constan en la página del organismo internacional.

Las personas con este síndrome suelen presentar problemas de salud. Entre ellos, problemas cardíacos y otras condiciones. Por ejemplo, Zoe está a la espera de una cirugía de corazón por una malformación. Mientras que a Duval le diagnosticaron autismo; las terapias también le han ayudado a superar esta condición.

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